El arte de Trujillo pertenece al discurso moderno de lo Primitivo, pero lo que lo hace único es su biofilia inequívoca, expresada a través de su amor por la naturaleza. Quizás sea porque vive en Panamá, con su jungla tropical, pero yo creo que esto involucra algo más existencialmente fundamental: él muestra a las personas enraizadas en la Naturaleza, formando comunidades “naturales” y así renovando su sentido humano. Él es un humanista—no a pesar de sí mismo, sino porque entiende que la única manera de ser humano hoy en día es volviendo a la Naturaleza —regresando a nuestros orígenes, por así decir. No hay ciudades en el arte de Trujillo, no hay sufrimiento ni sentido de pecado —que aún era evidente en el paraíso prelapsario de Gauguin— solo está la felicidad que nace de estar en comunión con la Naturaleza.
Donald Kuspit 2011